Lucía Calviño está a punto de cumplir un año con su pequeño proyecto, que nació en Instagram durante la pandemia y que trae de vuelta las camisas vintage llenas de flores y cuellos de bebé
13 mar 2021 . Actualizado a las 23:29 h.
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Lucía Calviño estudió ingeniería en diseño industrial. La moda es una de sus pasiones y algo que vivió de cerca. «Mi madre cosía para Zara y mi abuela era costurera, así que ese sonido de la máquina de coser siempre estuvo presente en casa». Hace casi un año, en el medio de la pandemia y confinados en casa, Lucía decidió crear su propio proyecto: «Nos mandaron al ERTE y mi cabeza dio vueltas. La ropa vintage siempre me encantó. De hecho, recuerdo que las navidades anteriores fui de viaje a Madrid con mi novio y le pedí que viniese conmigo a hacer una ruta de tiendas vintage». De esa pequeña idea pasó a la acción: «Empecé a mirar proveedores y encontré unos chicos de Londres. Hice un primer pedido y puse en marcha la página de Instagram». Así fue como nació Nëboa Vintage, su tienda online de ropa de segunda mano que recupera prendas de los años 70, 80 y 90.
«Mi madre me ayuda, y entre las dos seleccionamos mucho cada prenda». Empezó ocupando un burro de su habitación en la casa de sus padres en Culleredo. «Después, el proyecto se fue haciendo grande: pasé a una habitación y ahora tengo todo el set y los burros en el garaje». Lucía se encarga de todo: de hacer la búsqueda de las prendas, de lavarlas y prepararlas para la venta, de hacer las fotos, de ejercer como modelo y de subir los tesoros que encuentra a su perfil de Instagram y a la página web. «El trípode y el disparador son mis mejores amigos. Si me dices que estaría hace un año así no me lo creo».
En el estudio de Nëboa Vintage esperan un montón de prendas que cuentan historias. «A veces me pregunto quiénes las habrán llevado hace 30 años». Alguna de las piezas vienen con sorpresa: «En alguna me encontré peniques en los bolsillos, son los peniques de la suerte». Su debilidad son las blusas con los cuellos bordados. Y también son algunas de las prendas que más éxito tienen. Su principal canal de venta es Instagram, aunque desde septiembre también tiene página web: «A la gente creo que le gusta la cercanía de Instagram, me preguntan incluso cómo combinar las prendas. Se establece una relación muy cercana y bonita». Tiene clientas de todas partes, sobre todo de Madrid y Barcelona. «Suelen ser chicas de unos 30 años y la respuesta es buena. Me dicen que no esperaban que tuviese tanta calidad, que la prenda está como nueva». En un futuro, si mejora la situación, le gustaría participar en algún market en Madrid. Pero, por ahora, Lucía, que está llena de ilusión y a la que no se le borra la sonrisa, se muestra contenta con la idea de «ir creciendo poco a poco». Tiene claro que al mundo vintage le queda recorrido.
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