Halston, el creativo queer que bordó su apellido en una nueva feminidad

Halston, el creativo queer que bordó su apellido en una nueva feminidad

VALÈNCIA. Parece imprescindible un golpe de suerte para lograr el éxito. Halston desde muy joven se dedicó a crear sin parar: del diseño de escaparates a diferentes accesorios, tocados y gorros. Tras un breve paso por el Instituto de ArtedeChicago, la llamada de Jackie Kennedy requiriéndole un sombrero especial para la toma de posesión de su esposo el 20 de enero de 1961 en Washington, supuso el trampolín para encumbrar a un creativo al que rodeó un halo de leyendas propias de una celebridad global. Llegó a ser amigo íntimo de clientas como Elizabeth Taylor, Liza Minnelliy Lauren Bacall, con las que frecuentaba la pista de baile de Studio54 junto a otros artistas como Warhol, que le fotografió desnudo en su Factory y le retrataba en cualquier evento con su mítica Polaroid si surgía la oportunidad. Warhol bautizó a las halstonettes, amigas y conocidas que lucían sus prendas volátiles, libres del sujetador, y le acompañaban en sus apariciones en público.

Su hedonismo y proyección mediática le convirtieron hace cincuenta años en un verdadero influencer. Pero el tiempo no pone a todo el mundo en su lugar, y en las hemerotecas no ha gozado de la repercusión de otros creadores coetáneos como Jean-Paul Gaultier y Calvin Klein, que prácticamente siguieron su estela asociada al lujo, pero comercializaron mejor sus nombres. Para colmo, Halston, aun en vida, perdió los derechos sobre su propia marca. Esto sucedió en 1981, cuando su carrera se derrumbó y la enfermedad le llevó a la agonía. Muchas de estas secuencias aparecen hilvanadas en la serie que se estrena en Netflix, y pretende poner en valor su figura, su influencia y aportación al mundo de la moda retratando a un personaje con muchos claros y sombras, una burbuja artística que reunía a dioses y monstruos.

Roy Halston, siendo hombre, logró captar las aspiraciones y necesidades de la mujer de su época para modernizar su estética, cambiar su silueta y permitir darle un salto hacia la libertad. Su prenda estrella fue un vestido de patrón camisero, más bajo de la cintura, que además se podía lavar a máquina. Una revolución que no se producía desde que Coco Channel quitó los corsés y reformuló la elegancia. Para Halston, el reto fue todavía mayor: que cualquier mujer de américa tuviera en su armario un objeto, bolso o accesorio con su nombre. Feria de vanidades de la buena.

El sombrerero valenciano y profesor de diseño Betto García, postulado como uno de los referentes en creatividad y moda para las editoriales nacionales, ha impactado con sus diseños en Ascot y en celebraciones de casas reales, y asegura que la llegada de esta serie es una buena noticia porque “dará a conocer a un diseñador que históricamente no ha sido mainstream, y es un referente como sombrerero, al igual que lo fue Coco Chanel; además coincido en sus orígenes diseñando estas piezas que marcan la moda, porque aprendes a dimensionar las cosas a nivel de volúmenes”. Betto se sincera sobre la realidad que hoy destaca a hombres gays como referentes de diseño de los complementos más femeninos: “en mi caso es mi punto más drag, pienso en todo lo que yo me pondría y luciría si fuera mujer; las cosas que hago me inspiran mucho cuando las imagino en mí, o en hombres y mujeres de referencia”.

Halston, el creativo queer que bordó su apellido en una nueva feminidad

La miniserie sobre el sombrerero estaudounidense, dirigida por Daniel Minahan, es una producción del genio Ryan Murphy (productor también de Ratched, American Horror Story, Hollywood o The Politician), un cinematógrafo padre de una nueva cultura queer, que ha conseguido fichar a Ewan McGregor para un papel que suele resultar incómodo en la trayectoria de cualquier actor heterosexual: amanerar su pose y su locución. Según ha explicado en las entrevistas promocionales, aceptó el reto porque el personaje aborda muchos más ámbitos que su propia vida sexual, aunque sea un pilar definitorio de su biografía. Así, McGregor se meterá en la vida del legendario diseñador americano y en la sociedad del momento, los efervescentes años 70 y 80 en la ciudad de Nueva York, desde donde redefinió la cultura contemporánea, se redibujó el estilo de la mujer y creció el mercado del lujo. El papel protagonista mostrará el ascenso al estrellato y el posterior desplome, la excentricidad que acabó desquiciándole y le hizo abandonar su status social.

La primera expresión que reza el guión de la serie, una adaptación del libro Simply Halston (Steven Gaines, 1991) es “tengo un presentimiento, voy a cambiar la cara de la moda estadounidense”, y es que Halston se lo propuso, trabajó duro y lo consiguió. Contenía un talento obsesivo que le llevó a recrear algunas de las piezas más icónicas de la época de los años 20 y 30, dándoles un nuevo look,hasta que sus bolsos le llevaron a la fama. Y justo en el momento en el que decidió abrir la marca al gran público a través de una línea comercial más barata, llegaron los problemas que le arrastraron al fracaso profesional, y que se proyectó al ámbito personal: al tiempo que perdía fama sus colaboradores habituales le dieron la espalda y llegó la terrible enfermedad, el sarcoma de Kaposi, un tipo de cáncer originado tras la infección de sida.

Su amigo Andy Warhol se refirió constantemente a Halston en sus Diarios (publicación de 1989) y le situaba como uno de sus amigos más influyentes, un pilar de vida, con el que compartió confidencias, fetiches, esfera creativa y posición social. En estos textos cuenta cómo Roy Halston coqueteaba con diferentes drogas, participaba en sexo grupal y mantuvo una relación continuada con uno de sus amigos, el gigoló venezolano Víctor Hugo. Juntos, llegaron a irrumpir en prime time en la programación televisiva con un programa, Cena con Halston, en la que los invitados eran sus propios amigos y creadores allegados, y así ayudaron a visibilizar al colectivo LGTB en una sociedad que todavía no estaba preparada para escuchar hablar de libertades sexuales en los mass media.

Puede resultar curioso que la mayoría de diseñadores de accesorios y complementos de estilo femenino desde mediados del siglo XX sean hombres homosexuales; una paradoja que permite analizar los procesos creativos como parte de un sistema cultural con base de estereotipos de género y roles de diversidad sexual. Halston compartió su talento con su amigo Yves Saint Laurent, y juntos dieron un nuevo valor estético y cultura de diseño a la eterna ciudad de los rascacielos, y haciendo prácticamente lo mismo: redibujando a la mujer desde los escaparates y editoriales de revistas de tendencias como Interview, de la que Roy Halston fue colaborador habitual.

Su cóctel de adicciones a diferentes drogas se desbordó desde que alcanzó la fama hasta los últimos años de su vida. Andy Warhol narraba cómo en las fiestas a las que les invitaban, Halston acompañaba siempre al tocador a sus célebres amigas, y pasaban buenos ratos dentro. Comenta irónicamente cómo la alta sociedad neoyorkina entendía que lo hacía para arreglarle las costuras de los vestidos, pero la realidad era bien diferente. Su apariencia de gentleman, muchas veces vestido de blanco impoluto, engominado y con una cara muy angulosa le acercaban a un ideal de belleza admirado por la época; que contrastaba con una ínfula afectada en gestos y en la forma de hablar, con mucha pluma. Sin embargo, su silueta de poder se esfumó cuando decayó su imperio comercial.

Las diferentes secuencias de la miniserie narrarán muchas de los momentos más emblemáticos de la vida de un diseñador gay que ha supuesto un arquetipo reproducido en el último medio siglo en otras grandes figuras de la moda. Pero dejará al margen capítulos más íntimos, en los que vale la pena indagar a través de la obra de los iconos del arte pop. Momentos escritos, rodados y fotografiados que cuentan cómo tras esa esfera cercana al lujo, se ocultaban personajes políticamente incorrectos hasta rozar el punk y tremendamente divertidos. Algunos de esos episodios están relacionados con la historia de escenografías del colectivo gay en la época, como las discotecas Cheetah, Xenon o Studio54, así como los pubs de Greenwich Village, donde durante décadas se instaló el espíritu más reivindicativo de maricas, lesbianas y personas trans.

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