Enriscados a 1.600 metros, con poca comida y sin margen para el error

Enriscados a 1.600 metros, con poca comida y sin margen para el error

GLORIA POMARADA PONCEBOS (CABRALES).

«Si llegamos a estar otra noche no sabemos lo que hubiera sucedido. Era un sufrimiento bestial, nos mirábamos y no nos hablábamos. Ya con la mirada nos decíamos todo, lo veíamos muy crudo. El helicóptero pasaba y no se arrimaba a donde estábamos. Ya entonces se lo dije a José y me lo reconoció: Igual de la noche no pasábamos porque podíamos morir de hipotermia». Lo cuentan con un aplomo que estremece los dos montañeros, que han vuelto a nacer en los Picos de Europa, donde permanecieron enriscados a 1.600 metrosdurante 48 horas, cerca de la Canal de Ría. Cuando ese relato sereno termina y se funden en abrazos con los familiares y amigos que han acudido al inicio de la ruta del Cares a su encuentro es cuando aflora el cúmulo de sentimientos de estos dos días, desde la angustia ante el temor a un deselance fatal a la euforia del milagro que supone el haber salido ilesos.

El lugar donde fueron localizados los montañeros. / Guardia civil

Los cántabros Ramón González y José Antonio García, de 48 y 55 años y vecinos de Los Corrales de Buelna, no podían imaginar ni en la peor de su pesadillas lo que sus planes de domingo les acabarían deparando. A primera hora de esa jornada llegaron a Poncebos, en Cabrales, con la intención de realizar una ruta por el macizo central de los Picos, pasando por la canal del Agua, el refugio de Jou de los Cabrones, Amuesa, Bulnes y regreso a Poncebos, todo en el mismo día. La situación se complicó a mediodía, cuando se desorientaron en las inmediaciones de Jou de los Cabrones, concretamente «donde se bifurca la canal del Agua y de Ría». «Nos extraviamos por la niebla, era bastante densa. Tiramos hasta que quedamos enriscados en un sitio donde había como una cascada». Eran las 14.30 horas del domingo y en ese momento los amigos tomaron una decisión que, según ellos mismo reconocen, les ha salvado la vida. «Podíamos haber decidido tirar para abajo, pero decidimos no movernos y es lo que nos ha salvado», explicaron.

«Yo a veces peco de ser atrevido, pero el compañero que es más cabal me frenó de bajar por ahí. Si lo intentamos igual hubiésemos fallado», reconoció Ramón González, un experto corredor de montaña campeón de la edición 2019 del Ultra Trail que parte de San Vicente de la Barquera y asciende hasta Espinama y ganador del ultramaratón de El Soplao en 2013. En esa pequeña repisa de apenas dos metros cuadrados en mitad del macizo central fueron pasando las horas sin posibilidad de dar alerta sobre la situación, pues no había cobertura. Cayó así la primera de las dos noches que pasaron a la intemperie en los Picos. «A las siete de la tarde ya empezábamos a sufrir porque venía la noche y se hacía eterna. Era mucho el frío y no podíamos dormir. Los pensamientos en esos momentos son tremendos», confesó José Antonio García.

Galería. Ramón González y José Antonio García con familiares y amigos

Enriscados a 1.600 metros, con poca comida y sin margen para el error

Un amigo de ambos fue quien en la noche del domingo dio aviso de su ausencia. En la mañana del lunes, la Sección de Rescate e Intervención en Montaña (SEREIM) de la Guardia Civil de Cangas de Onís comenzó una búsqueda a pie y por aire, con el helicópteros de la Unidad de Vuelo de Helicóptero de Zona (UHEL) de la Guardia Civil en Asturias, relevado a turnos por la aeronave del Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA).

Una y otra vez, hasta una treintena, los cántabros veían como las inspecciones por aire no se acercaban al lugar donde se encontraban, una canal de «desagüe de deshielo» que los propios rescatadores dudan que alguna vez haya sido recorrida. «Había veces que la moral se venía abajo. Cuando venía el helicóptero y pasaba, hacíamos señales, pero no respondía. Te vienes abajo», contaron. Otra de las dificultades añadidas fue la presencia de rebecos, que con sus movimientos provocaban desprendimientos de roca. «Como estábamos en una especie de desfiladero, nos tiraban piedras. A Ramón le pegó en una pierna», explicó su compañero. Tampoco el hambre se lo puso fácil, pero como buenos conocedores de las nociones básicas de supervivencia, optaron por dosificar la comida de la que disponían. «Lo poco que teníamos lo racionamos, teníamos pastillas con potasio y magnesio. Así fuimos pasando como pudimos». Más favorable les resultó la cuestión del agua, ya que por la zona discurría una corriente que les permitió beber. Eso sí, cerca del agua detectaron la presencia de un rebeco muerto que añadió aún más incertidumbre a la pesadilla.

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Otra de las estrategias fundamentales que adoptaron fue la de generar ruido desde las siete de la mañana. Uno de ellos a gritos y otro con un silbato, persistían con la esperanza de ser oídos. Y en ese detalle está buena parte de la fortuna de hallarse sanos y salvos, pues ayer por la mañana montañeros que se encontraban en la zona de Ario percibieron sus señales y dieron aviso a los efectivos de rescate.

Dos expertos montañeros

48 años

Ramón González

Es viejo conocido de laDeportiva Buelna. Vecino de Los Corrales de Buelna, de 48 años, es campeón de la edición 2019 del Ultra trail y del ultramaratón de El Soplao de 2013. Ha trabajado toda la vida en la construcción y quienes lo conocen bien saben que tiene unas condiciones físicas prodigiosas para la montaña.

55 años

José Antonio García

Es también miembro de laDeportiva Buelna, y buen conocedor de Picos de Europa. Vecino de Los Corrales, ha trabajado toda la vida en la fábrica de Nissan. Tiene 55 años y dos hijos y en su tiempo libre también canta en la Coral de Los Corrales. Ha hecho deporte siempre, sobre todo montañismo y cross. Se confiesa enamorado de la montaña.

De este modo, el helicóptero de la Guardia Civil pudo localizar a los dos amigos. «Había pasado por allí los dos días, pero entonces ya vino derecho. Cuando los hemos visto nos hemos abrazado y nos hemos vuelto locos de alegría. Ya lo dábamos todo por perdido», afirmaron. La aeronave del SEPAse encargó de trasladarlos a Poncebos, donde les esperaban familiares y amigos y donde ayer permanecieron durante la tarde a la espera de que todos los que participaron en su búsqueda bajasen de las montañas. Entre aplausos despidieron además a los agentes del Greim que iban enfilando el descenso de la ruta.

Regreso a casa

La de Ramón y José Antonio no fue la única agonía de estos dos largos días, pues como ellos mismos reconocían sabían que se encontraban bien. Su preocupación estaba en sus familias, conscientes del sufrimiento que estarían atravesando. A toda la incertidumbre se sumó que en el refugio de Jou de los Cabrones viesen pasar a dos montañeros que parecían ser ellos entre las cuatro y las cinco de la tarde. Sin embargo, Ramón y José Antonio nunca llegaron a la instalación, por lo que suponen que se trató de una confusión, dado que los montañeros visten ropa muy similar y por ese lugar pasan decenas al día. «Lo pasamos muy mal, nos temíamos lo peor. Se te pasan mil cosas por la cabeza», contó Yanire Jara, prima de José Antonio y portavoz de las familias. Cerca de las dos de la tarde de ayer, una llamada telefónica ponía fin a la angustia: ambos estaban bien e iban a ser evacuados. El momento más emocionante, contó Jara, fue cuando «la Guardia Civil nos enseñó un vídeo de ellos abrazándose». El abrazo se repitió, con más fuerza si cabe, cuando los pudieron estrechar entre sus brazos, ya en Poncebos.

A las ocho de la tarde de ayer todos ellos llegaron a Los Corrales de Buelna, donde vecinos y compañeros de laDeportiva Buelna los esperaban para celebrar su regreso.

Sin margen para el error

El primer aviso sobre la desaparición de José Antonio García y Ramón González llegaba al COS de la Comandancia de Gijón de la Guardia Civil a las 21.30 horas del domingo. Se ponía así en marcha un operativo que se prolongaría durante 48 horas de búsqueda contra reloj a pie y por aire. A primera hora del lunes, la Sección de Rescate e Intervención en Montaña (SEREIM) de Cangas de Onís recorrió la canal de Amuesa. Contó para ello con la inspección aérea de la Unidad de Vuelo de Helicóptero de Zona (UHEL) de Asturias. También el helicóptero del Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA) participó en la búsqueda, dando relevo al instituto armado. Pese a los esfuerzos, no lograron dar con el paradero de los desaparecidos.

«Donde quedaron enriscados es territorio de buitres y cabras, no hay nada más»

SÓCRATES SÁNCHEZ/GIJÓN.

Ayer, de nuevo en cuando amaneció, se retomaron las labores por tierra y aire, complicadas por la niebla. El dispositivo estuvo formado por cinco grupos de efectivos de Montaña de los GREIM de la Guardia Civil de Potes, Trives, Sabero, Mieres y Cangas de Onís. A pie recorrieron la Canal de Piedra Bellida, Canal de Sabugo, Canal de Estore, la zona de Monte Lue y Cabeza Salina. Al mismo tiempo, el helicóptero de la Guardia Civil, junto con dos efectivos del GREIM de Cangas de Onís, continuaba sobrevolando desde el refugio de Jou de los Cabrones hacia esas canales.

Fue a las 13.40 horas cuando desde el aire localizaron con vida a los dos montañeros desaparecidos. La pista definitiva sobre su paradero, explicó el teniente Pablo Villabrille, jefe de la Sección de Montaña, lo dieron montañeros que desde la zona de Ario oyeron los gritos de los dos cántabros. Se encontraban «en una zona de muy difícil acceso, que termina prácticamente en un desplome. Salvo que tengas cuerdas y material específico, no es posible descender», apuntó. Una vez allí, dejaron a un especialista del GREIM que pudo establecer comunicación con los montañeros, pero sin poder acceder al lugar donde se encontraban, al ser una zona completamente vertical.

«Fue un sufrimiento bestial, de esta noche no pasábamos»

GLORIA POMARADA

La Guardia Civil solicitó así la colaboración del helicóptero del Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA) para «proceder de forma segura y rápida a su extracción con la grúa». Así lo hizo el Grupo de Rescate a bordo de la aeronave, que izó a Ramón y José Antonio, no sin dificultades. «El sitio estaba muy complicado, salimos rozando las peñas. Hemos tenido suerte hasta en el rescate», reconocieron los cántabros. Fueron evacuados finalmente, ilesos, a Poncebos, donde ambos expresaron su gratitud a sus 'ángeles de la guarda'. «Sois unos fenómenos», les dijo Ramón a los 'greiman', entre aplausos de sus amigos y familias.

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