Tilda Swinton, o cómo fluir hacia la originalidad

Tilda Swinton, o cómo fluir hacia la originalidad

ICONOS
Tilda Swinton: un cóctel inmejorable de androginia, piel perfecta y una escueta melena platino la convirtió en la estrella ‘indie’ más deseada de Hollywood.

Por Paloma Abad

Tilda Swinton (Londres, 1960) nunca ha querido ser como los demás. Con casi 1,80 de altura (desde los 13 años) y unas facciones más próximas a la aristocracia escocesa del siglo XVI que a los estándares de belleza del XXI, se ha labrado una sólida carrera en el cine combinando magistralmente proyectos independientes con grandes taquillazos ("No he entrado en el sistema y no me ha causado daños. Soy una turista en Hollywood. Es un lugar muy interesante para visitar, pero yo soy de otro planeta", diría una vez) y fluyendo entre géneros. Incluso transformándose en ángeles, que carecen de ídem.

En 2009, año en que se convirtió en Emma Recchi para Yo soy el amor, de Luca Guadagnino (justo después de encarnar a Elizabeth Abbot en El curioso caso de Benjamin Button, por eso de justificar lo de que mezcla grandes éxitos con otros de vocación más intelectual) hablaba con Vera von Kreutzbruck, para The Wip, de cuando protagonizó Orlando, en 1992, a las órdenes de Sally Potter. “Como con cualquier otra posibilidad de transformación, podemos jugar con el género. Mi idea de identidad es que no estoy segura de que exista realmente. He dado vueltas a esta idea de manera tangencial desde Orlando y otros trabajos que he hecho, en los que he jugado con la idea de un género transformativo. Por ejemplo, cuando te conviertes en madre, ¿lo pierdes todo? ¿Puedes realmente mantener una identidad con múltiples caras? Toda la idea de transformación es el núcleo de lo que me interesa como actriz, incluyendo la idea de género. Es un asunto muy personal. Puedo decirlo categóricamente, igual que Orlando lo hace en el filme: probablemente soy una mujer”. ¿Probablemente? Repreguntaba la periodista. “No sé si puedo afirmar que alguna vez fui una niña, fui bastante chico durante mucho tiempo. No sé, ¿quién sabe? Cambia”, defendía la intérprete. En esa misma entrevista, la actriz explicaba por qué muchas veces, en su carrera, ha interpretado a varones. “Me parece un juego muy natural. Disfruto caminando por la cuerda floja de la identidad, de la identidad sexual, de la identidad de género. Y estoy feliz de seguir haciéndolo".

Efectivamente, su androginia es conocida en su industria, y también en la de la moda, que celebra ese estilo camaleónico como un tesoro a proteger. En 2008 fue la protagonista de la portada de L'Uomo Vogue, una ocasión que años después Franca Sozzani, la fallecida directora de la cabecera recordaría con cariño, explicando que Tilda había confesado durante el shooting que se veía igual que su padre. “Para mí es la belleza moderna. Generalmente, los actores se visten muy mal, pero ella tiene muchísimo estilo. Cuando la ves en los festivales, no puedes evitar fijarte en ella. Cuando entra en una habitación, lo notas. Tiene presencia”, describía la italiana.

Tilda Swinton, o cómo fluir hacia la originalidad

Este mes, en la edición británica de Vogue, Swinton ha dado una entrevista en la que ha explicado, a raíz de su amistad con el fallecido director experimental Derek Jarman (que en realidad fue su mentor en esto del cine), cuya querencia por la sexualidad y el género queda patente en su filmografía, que es lo queer para ella. “Para mí está muy claro que lo queer, al menos para mí, en realidad tiene que ver con la sensibilidad. Siempre me he sentido queer. Tan solo estaba buscando mi circo queer, y lo he encontrado. Una vez que lo he encontrado, es mi mundo. Ahora tengo una familia con Wes Anderson, otra con Bong Joon-ho, otra con Jim Jarmusch, otra con Luca Guadagnino, con Lynne Ramsay, con Joanna Hogg….”. Son solo algunos de los directores con los que más disfruta trabajando. Porque, para ser una turista en Hollywood, hay que sentirse bien asentada en otros lares.

Pero, let's get physical, que diría Dua Lipa. Además de la cuestión de género y la androginia, a la Swinton todo el mundo la conoce por luminosidad de su rostro, amplificada por su corte bob plateado (o pelirrojo, según la ocasión). La hidratación, para ella, es fundamental (alguna vez ha hablado de un sérum de Själ que le encantó usar). Además, en la mayoría de ocasiones, Tilda Swinton renuncia al maquillaje para sacar a pasear por la alfombra roja una piel libre de poros, acné, rosácea o… defectos, para el caso. Aún así, en 2015 fichó como embajadora de la firma de maquillaje Nars. Acababa de conocer al maquillador y le había encantado, así que, ¿por qué no? Para la campaña, convirtió su níveo rostro en un lienzo que bien podría haber sido pintado con trazos negros por Hans Melming o Jan Van Eyck. “Nunca me ha preocupado especialmente mi apariencia. Tenía esta altura a los 13 años, y, sabes, lo que puedo hacer es limitado”, aseguraba entonces, antes de explicar que en cuestión de maquillaje, “una cantidad pequeña puede lograr un gran resultado”. En 2015, tras el estreno de Y de repente tú, aquel blockbuster en el que aparecía maquillada y con melena larga, alegaba que todo lo que hacía falta para convertirla en irreconocible era “un montón de maquillaje, un bronceado tipo tandoori y una peluca”.

El pelo, ese bob platino que la hace excéntrica e icónica a partes iguales, es obra del célebre Sam McKnight, que fue el primero en rasurarle los laterales a principios de los dosmil. “Pero ahora es Odile Gilbert, bendita ella, la que me lo corta más a menudo. Es como podar un arbusto o un animal muy peludo”, comentaba la actriz hace varios años. De vez en cuando, se lo deja crecer, pero nunca más de diez centímetros. Quizá es ese canvas tan limpio el que le permite mimetizarse de manera tan precisa en los personajes que interpreta. Cambiar de estilo capilar, para ella, es cambiar casi de ser humano.

Sus grandes iconos de belleza son su abuela, sus hijos, Patti Smith (“Ella es a la vez princesa y príncipe. La amé en Caravaggio y Orlando. Puede parecer tísica y a la vez cómica", diría la artista de Swinton), Delphine Seyrig y David Bowie, a quien reinterpretó en Vogue Italia en 2003. Cuando el estilista Edward Enninful (actual director de Vogue para el mercado europeo) enseñó su book al propio Bowie y este vio el shooting con Tilda, dijo que no recordaba cuándo había hecho esas fotos. “Estaba anonadado. Incluso él no podía creer lo mucho que se parecían", recordó una vez Enninful en AnOther Magazine. Tilda Swinton es todo lo que quiera ser y es ella misma a la vez. No muchos artistas pueden decir eso.

15 veces que Tilda Swinton demostró que su estilo es único

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