Diez libros infantiles y juveniles para disfrutar en esta primavera llena de flores

Diez libros infantiles y juveniles para disfrutar en esta primavera llena de flores

Lo que se planta, nace, crece, florece, se interrelaciona, se marchita, muere y vuelve a nacer podría ser el eje general de esta selección. Es un ciclo que invita a observar, a sorprenderse, a leer y a compartir.

En Hacer mundo con gestos, Marie Bardet propone: “Leer, como también percibir, es siempre ir componiendo imágenes; adelantar o ralentizar una frase, completar una palabra antes de que se termine; es proyectar los apoyos en los huecos de lo no dicho, las historias o los paisajes del campo de batalla en el que texto fue escrito.” Leer y hacer mundos. Dos maravillas de las tantas que se dan en la lectura y sus jardines.

En esta selección de hoy nos metemos de lleno en la naturaleza de la mano, primero, de hormigas y mosquitos.

La primavera trae más tiempo, más luz, más momentos para juntarse con un libro. Más horas para observar el mundo, leer, compartir, conversar. Sonidos, onomatopeyas, palabras que arrullan, que despiertan, que convocan.

Para empezar, dos de insectos que cantan

Zum zum, escrito por Didi Grau, ilustrado por Cristian Montenegro. Buenos Aires: Pequeño editor, 2021.

“Zum zum

Zumbaba el mosquito,

Zum zum

Te pico te pico”

Así empieza este cuento en donde el zum zum nos pone de lleno en medio del libro. Otra maravilla de colección Los duraznos, de Pequeño editor, que apuestan a lecturas y juegos compartidos, pero también a la lectura y el disfrute autónomo de niños y niñas pequeñas. Sonidos, humor, ternura y ritmos en esta historia que invita a jugar. El libro propone movimiento desde del formato. Lo abrimos y tenemos que girar para leer en vertical. Casi que podemos delinear con el pasaje de las hojas el zumbido del mosquito. Los dibujos de Cristian “son” el vuelo de ese mosquito que va zumbando y dando vueltas por todo el libro.

Otro libro hermoso de la misma dupla creativa que Cocorococó, en la misma editorial, que, si no lo conocen, les invitamos a buscarlo. Un libro recomendado especialmente para leer y jugar con las personas más pequeñitas de la casa, con repelente puesto, claro.

La hormiga que canta. Escrito por Laura Devetach, ilustrado por Juan Lima. Buenos Aires: Del naranjo, 2021.

¿Vieron que en general las hormigas van de a muchas? Estas hormigas no son la excepción. Pero… ¿Cómo será que aprenden a cantar las hormigas?

“Parando la oreja al viejo

y dejándose escuchar

el rose de los panaderos

zumbidos

de aquí

de allá”

Voz de trueno, por ejemplo, canta tangos y se quiere llamar Malena. Las hormigas van con ritmo entre las hojas de este libro, trazando caminos, pozos, saltitos. La poesía y las ilustraciones arman un maridaje perfecto. Hay ritmo, música. La apuesta gráfica nos envuelve y estamos ahí, entre las hormigas, escuchando.

Se celebra esta reedición. Que la hormiga que canta vuelva a recorrer los caminos poéticos entre palabras e imágenes. En ese fondo verte tan vibrante, las hormigas negras van, vienen, se desparraman, murmuran, se juntas. Las palabras se juntan. ¿Qué dicen las hormigas cuando cantan?

Esta edición presenta un formato un poco más grande. Y en esta explosión de hormigas que juntan hojas, ramitas, ¿palabras?

“Con el lápiz de las patas

con su pétalo

su mástil

las hormigas hacen mapas.

Viene el viento

se los barre.

viene el agua

se los borra.

Chimichurri chimichurri

cantan cantan

Quémeimporta quémeimporta

pata con pata con pata

una

tras

o

tr

a,

des pa rra ma das

des pa ta rra das

can

tan

y can

tan

y can

tan.”

Un libro recomendadísimo para decir poesía con niños y niñas, para jugar con las hormigas, para descubrir y también para escuchar distintas lecturas de éstas y otras hormigas que andan por los mundos literarios:

La narradora Diana Tarnofky lo cuenta así y la escritora Nelvy Bustamante escribió Hormigas con patas de tinta, con ilustraciones de Eleonora Arroyo. Aquí pueden leer la recomendación.

Cuatro de frutos, semillas, hojas, animales y mucho más

Un día ya lo verán… Escrito e ilustrado por Sol de Angelis. Buenos Aires: Catapulta, 2021.

Sol de Angelis logra captar instantes de la infancia. Ya lo hizo con su libro ¡No es una caja, mamá!. La protagonista de esta historia se llama Margot y es una niña que vive con su papá, ama la naturaleza, treparse a los árboles y leer libros sobre plantas. Una tarde se le cae un diente y cuando se dispone a buscarlo encuentra otra cosa.

“Margot encontró algo sorprender.

—¡Papá, papá! Mirá… ¿será el fruto de una secuoya?”

La secuoya es un árbol enorme, de tronco grueso, especialmente en la base, con una corteza de color rojiza. Tiene una copa enorme y es una especie muy, muy longeva. A veces sobrepasa los 100 m de altura y es originaria de California. Dicen que se trata de un árbol milenario.

Margot comparte su descubrimiento en la escuela, con sus amigos y amigas, con su abuela. Nadie sabe qué fruto es y todos repiten que en ese pueblo no crecen las secuoyas. Pero ella decide plantar una de las semillas en el parque y cuidarla. Las ilustraciones están cargadas de detalles en los que detenerse.

Una historia hermosa sobre el deseo, sobre la libertad, sobre lo que crece, sobre el tiempo que pasa y queda. Un cuento recomendado por la editorial para niños y niñas a partir de los 4 años.

Diez libros infantiles y juveniles para disfrutar en esta primavera llena de flores

Soy hoja. Escrito por Angelo Mozzillo, ilustraciones y fotos de Mariana Balducci. Buenos Aires: Abrazandocuentos, 2021.

El viento y las hojas acompañan a un niño que va y viene entre viento, movimiento, sensaciones contradictorias, el tiempo que pasa. El libro enumera y en esa enumeración se abren muchas posibilidades: calor, vergüenza, temor, lluvia, miedo, entre varias otras situaciones y estados interiores y de afuera ¿Y hoy?:

“Un día caluroso

Un día lluvioso

Un día descubro

Un día me aburro

¡Un día mucho valor!

UN día algo de temor…”

EL libro propone una gran lista e invita a hacerlas. Las fotografías de las hojas, juegan con el personaje dibujado en línea cuyos ojos y posturas también hablan. El viento que pasa también es protagonista. Un trabajo visual de mucho equilibrio, poesía y sencillez. La combinación de fotografías, palabras e imágenes arma un libro álbum que propone pensar en cómo estamos, por dónde vamos, qué ramas sostienen nuestros días. Premio Andersen como mejor libro álbum de 2021. Recomendado para leer y compartir en familia.

Jardín del aire. Escrito por Laura Escudero Tobler, ilustrado por Tomás Olivos. Córdoba: Portaculturas, 2020.

Jardín del aire es un libro pequeño y hermoso. Un libro de poesía escrito por Laura Escudero Tobler, ilustrado por Tomás Olivos. En la dedicatoria leemos: “A mi abuelo Oscar Tobler, jardinero de estrellas.”, dice Laura. “A nuestros ancestras y ancestros, a la tierra y a las estrellas.”, por parte de Tomás Olivos.

“Mi abuelo es guardián

del fuego

y el tiempo

de las semillas

y de los pájaros

de lo que no se guarda

en un cajón

ni se olvida.”

Jardín del aire, de la colección Periquito, de la editorial cordobesa Portaculturas, es un libro que te hace entrar en el jardín de la mano de esa nieta y ese abuelo, y ahí te quedás, leyéndolo y mostrándolo a quién se cruza en mi camino. Laura escribe sobre el asombro, sobre la memoria, sobre los silencios. Los cuatro elementos de la naturaleza marcan un ritmo de lectura: tierra, fuego, aire, agua. Y el silencio.

El viento, los frutos, el trabajo arduo, el paso del tiempo. Las semillas y la mano que las siembra. El deseo de conservar los instantes. Jardín del aire es un poema largo que baja y nos pierde en medio de un jardín secreto. Escudero Tobler en una charla en Ted Córdoba dijo: “Le digo que sí a la poesía, le digo que sí y digo que es como el amor: te pasa y no salís igual. (…) a cada cual le pasa de una manera misteriosa. (…) Por eso la poesía como el amor, no es para unos pocos elegidos. (…) La poesía es un estado del cuerpo.”

EL trabajo de Olivos es fuerte y alegre. Son explosiones de color con paleta reducida. Planos texturas y transparencias se superponen creando paisajes de jardines con detalles. Cuenta que le encanta dibujar brazos grandes para abrazar a quienes leen. Lo logra, aquí nos quedamos totalmente abrazados.

“Para mi abuelo el tiempo

es infinito

y vive en los jardines.”

Recomendadísimo para niños, niñas, jóvenes y ¿por qué no? Personas adultas con ganas de entrar al jardín.

A una vaca, escrito por Salvador Biedma, ilustrado por Pablo Martín Fernández. Buenos Aires: Mágicas naranjas, 2021. (Colección Mayúscula)

“¿Le leerías este poema

a una vaca? A una vaca

roja o negra. ¿Se lo leerías?

¿Y a una vaca con manchas

o rayada como cebra?”

¿Escucharán las vacas este poema? Porque como dice el autor al inicio de este libro hermoso, durante muchos, muchísimos años en la escuela pedían composiciones cuyo tema era “La vaca”, sí, la vaca. Cuenta también que hay días en los que se siente torpe y otros días en los que todo sale muy bien. Y así fue con este poema para una vaca, o para miles:

¿O es que no saben

de poesía las vacas?

¿O es que no sabe

de vacas la poesía?

No me consta cuánto saben las vacas de poesía, pero yo creo que este poema es para cualquier ser vivo de este planeta. Salvador escribió el poema, lo compartió, Pablo lo ilustró y por suerte Mágicas naranjas lo hace llegar a nuestros ojos. El poema y el poeta se hace una lista de varias preguntas, por ejemplo, sobre quienes no son vacas. El libro invita con humor a estar en poesía. A quién le leerías este poema… Las vacas no son elefantes, ni hormigas, ni pájaros. Son vacas.

El poema de Biedma es inspirador, te mete directo en una suerte de disparate reflexivo y te quedás rumiando por ahí sobre la poesía misma, que también protagoniza el poema. Además, versos e imágenes te van dando tiempo en las dobles páginas para una lectura demorada. Las ilustraciones son vibrantes, expresivas y divertidas. Parecen tener influencias del gran Pedro Vilar. Y esas reminiscencias me llevan a pensar en otros. Es hermoso leer —o cantar— este libro junto con otro. Me refiero a La vaca estudiosa, de María Elena Walsh. Aquí pueden escucharlo cantado por ella. Les invito a aventurarse en un recorrido de vacas literarias: pueden buscar por ejemplo Quiero ver una vaca, de Enrique Fierro, ilustrado por La Compañía El Pingüinazo con fotos de objetos diseñados especialmente para el libro, editado por Pequeño editor. Y para los jóvenes, propongo una gran novela de Sergio Aguirre: La venganza de la vaca, publicada por editorial Norma en la colección Zona Libre.

En la contratapa, Eduardo Berti dice: “¿cómo suena un poema para una vaca? y, sobre todo, ¿un poema vacuno excluye a los que somos otra cosa en este mundo? Metí mis cuernos de lector en el poema, lleno de curiosidad, y encontré algo tan asombroso que... no puedo contarlo acá. Tendrán que hacer como yo: tendrán que leer el poema porque, lo siento, no les diré ni mu.”

Los versos están impresos en imprenta mayúscula, de gran tamaño, proponiendo una lectura compartida y autónoma. Un libro para leer y releer, además de página a página, es lindo leerlo de un tirón, oportunidad que ofrece esta cuidada edición, que al final incluye el poema de corrido.

Recomendadísimo para niños y niñas desde muy muy pequeños, hasta adultos muy, muy, muy mayores.

Tres de monstruos de distintos tipo

Roberto & Gelatina. Un cuento grande para grandes. Escrito por Germano Zullo, ilustrado por Albertine. Traducido por Delfina Cabrera. Buenos Aires: Limonero, 2021.

Roberto y Gelatina son hermanos. Roberto es grande. Gelatina es chiquita y quiere por todos los medios que Roberto o Trobeto, que es como lo nombra, dejé lo que está haciendo y vaya a jugar con ella. Roberto escribe una novela para grandes. Gelatina juega con su mono de trapo, pero quiere otra cosa y es muy insistente.

“Tac… tac… tac…

¡Trobeto!

Tac… tac… tac…

Trobeto…

¡Trobeto!

¡Trobeto!

¡Trobeto!

¡Trobeetoo!!

¡Juguemos!”

El trabajo realizado por Zullo y Albertine es delicioso. Las expresiones, el movimiento de los personajes a través de las páginas. Los dibujos realizados en una paleta reducida de línea sobre fondo despojado, simple, deslumbra. Este libro álbum está cargado de ternura. Los hermanos, las distintas edades. Las demandas de atención. El tiempo para jugar y la creación también son protagonistas de esta historia. Zullo y Albertine hacen una síntesis maravillosa. La limpieza y el despojo, los juegos de palabras, la historia enmarcada y el uso de la tipografía acompañando las ilustraciones.

“Bueno, te leo tu cuento favorito y

después sigo escribiendo, ¿sí?”

Pero Gelatina quiere más atención... Entonces ella también inventa su propio cuento. Roberto y Gelatina es un libro divertido y conmovedor. Las huellas de las lecturas, las historias que se alimentan de otras historias, los recorridos de las palabras que nos conforman.

Si quieren investigar otros títulos de esta dupla autoral increíble, les propongo comenzar por estos tres: Línea 135, editado por Calibroscopio, Mi pequeño, editado por Limonero y Los pájaros, editado por Libros del Zorro rojo . Un libro álbum totalmente recomendado para leer a cualquier edad.

Hay un monstruo en la cocina, escrito por Patricia Strauch, ilustrado por Natalia Aguerre. Buenos Aires: Periplo, 2021.

“Matías se despertó,

como todos los sábados,

con un hambre de esos

que resuenan en el estómago.

Fue a la cocina a preparar unas tostadas

y no pudo creer lo que vio.”

Matías se despierta como siempre, pero lo que encuentra es extraordinario. Llama a su mamá y luego a su papá. El cuento se va dando entre entradas y salidas de la cocina. Una historia con estructura clásica en la que el juego con las palabras y la rima sorprenden. Porque la sorpresa es otra de las protagonistas de esta historia.

Las ilustraciones estridentes, ponen en foco en los personajes, sus gestualidades y movimientos desenfrenados que por momentos parecen salirse de las páginas del libro. Siguiendo con las asociaciones armando recorridos, podríamos sumar algunos libros más: Y cómo reconocer a un monstruo, de Gustavo Roldán (h), publicado por Calibroscopio, Y Las sombras mágicas, de Lynne Pickavance, publicado por Beascoa. Recomendado para pequeños y pequeñas que alguna vez vieron (o quieren ver) un monstruo.

Mi mamarala. Escrito por Barbi Couto. Ilustrado por El esperpento (Mauricio Michelaud). Córdoba: Ediciones La terraza, 2021.

El sábado 16 de octubre, un día antes de que se celebrara el día de la madre en Argentina, Ediciones de la Terraza sembró este libro a los cuatro vientos. Mi mamarala está escrito por Barbi Couto e ilustrada por El esperpento, que por primera vez hicieron un libro entre los dos.

La dupla creativa además de compartir junto con Vanina Bocco la dirección de ediciones de la Terraza, tiene dos hijas: Tania y Ema. La historia de Mi mamarala surge hace muchos años, en una mañana apapachos y sueños pesadillescos de esos en donde el miedo hace su trabajo, de la mano de monstruos azules. Esa mañana, Ema dejó las palabras al resguardo de Barbi que luego las mezclo y creo esta historia marcada por el ritmo de las palabras que construyen en repetición y los colores.

“Anoche conocí a los monstruos azules.

Son malos.

Re malos.

Todos los monstruos azules son malos.

Tan malos que me querían comer.”

Un cuento ilustrado lleno de colores, músicas familiares de la crianza, de la noche y de los abrazos que acunan hasta que el sueño, calmado, vuelve. Podríamos decir que es una historia en donde el amor es el gran protagonista, junto con las hadas arcoíris, los unicornios guardianes, los monstruos azules y, por supuesto, los apapachos.

Dice Barbi: “Te invitamos a leer, descargar, compartir, invitar y regalar a quien quiera recibirlo. “Creemos que hay pocas cosas más hermosas que compartir una historia en la lectura.”

Como el resto de los libros de la editorial, está publicado bajo licencias Creative Commons, para que puedan tenderse nuevos puentes entre creadores y lectores. La editorial cree en la construcción colectiva y en el trabajo conjunto. La versión digital de sus libros está disponible de manera gratuita quienes la soliciten porque creen en una cultura cada vez más libre. Este libro se consigue solo en formato digital.

Un libro para compartir con las personas más pequeñas de la casa —y no tanto—, especialmente por las mañanas que le siguen a una pesadilla, o por las noches antes de irse a dormir.

Para terminar: una vida no tan distinta…

Vida del muerto. Escrito por David Wapner, ilustrado por Matías Trillo. Buenos Aires: Calibroscopio, 2021.

Vida del muerto es un libro que ni bien lo tenés en la mano te dan ganas de tocarlo. La tapa tiene una textura que enamora. Así, con el muerto y todo. Porque este muerto es especial:

“Era el único muerto del pueblo.

Lo velaban un día,

al día siguiente el sepelio.

Y luego volvía el muerto a ser velado,

y más tarde el entierro.

Era una vida de muerto.”

¿Se imaginan un muerto que se muera una y otra vez? ¿Pueden creerlo? El muerto de esta historia lo hace. No para de morirse. Sátira, filosofía, ironía y humor. El formato del libro, alargado en sentido horizontal, de tapa dura, ya nos introduce en la historia.

Wapner es profundamente irónico y con inteligencia casi milimétrica construye una historia de humor negro magnifica. En dupla con trillo realmente hacen magia. Un libro para mirar, leer, volver a leer, a mirar, a descubrir. Desde calaveritas mexicanas, sillones y hasta una vitrola antigua que seguro no para de sonar. El negro y el blanco como fondos que se alternan y deleitan en detalles y construcciones que tienen una fuerza increíble, un libro para reírse, pensar, mirar, descubrir. La paleta está compuesta principalmente con rojos, negros, blancos y verdes, brillantes y fuertes, que nos llevan a México y sus celebraciones.

El formato alargado invita a una mirada periférica, a encontrar nuevos detalles en cada lectura. Las construcciones de los edificios del pueblo son maravillosas. Inspiradas en los edificios realizados por el arquitecto Francisco Salamone a fines de los años ´30 son monumentales y las podemos hallar en muchos pueblos de la provincia de Buenos Aires que cualquiera que haya andado por allí no tardará en encontrarlas.

En la contratapa nos encontramos con un código QR que a la voz de “Animá las animas” nos lleva directo a unas animaciones musicalizadas que son un placer.

Las animaciones, las ilustraciones, los colores, las animaciones, las calaveritas mexicanas. Una maravilla para celebrar el día de los muertos (y todos los días).

Diez libros, y muchos más. Libros para encontrarse, explorar y disfrutar. Libros para entrar en poesía, en historias que se cuentan en la cocina, en el escritorio, antes de dormir, en las calles de un pueblo o en la estratósfera con la idea fuerte de encuentro. Libros y lecturas, para, cómo dice Marie Bardet, hacer mundos. Ahora que los días son más largos, aprovechemos. Porque la lectura necesita —y pide— tiempo. Démoselo.

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