10 claves para dominar la fotografía infantil | PHOTOLARI

10 claves para dominar la fotografía infantil | PHOTOLARI

Por Manuel Santos. Hacer fotos a niños es una de esas especialidades que aparentemente cualquiera cree ser capaz de dominar pero que a la hora de la verdad resulta muy compleja. Sobre todo si hablamos de fotografía infantil profesional en la que a los factores técnicos habituales (composición, iluminación, retoque…) se le suma uno muy especial: los pequeños protagonistas de las fotos.

Manuel Santos, autor del libro Fotografía infantil, técnicas y estilos de la colección Foto Rutanos cuenta algunas de las claves de esta especialidad fotográfica que aborda en detalle en esta obra.

1. Equipo: reducido y de calidad

Para fotografiar niños no es necesario un gran equipo como en otras especialidades fotográficas. Fundamentalmente deseas tomar buenos retratos de ellos. Para primeros planos y planos medios te bastará un teleobjetivo corto de 80 a 135 mm si tienes una cámara de formato completo (o su equivalente en otros formatos).

Para complementar y dar variedad a tus reportajes añade un objetivo gran-angular de 35 mm. En el caso de que tengas o prefieras adquirir una cámara más compacta, considera alguna que tenga un objetivo zoom de calidad, con un factor de zoom no superior a 4x, por ejemplo un 24-70 mm (distancia focal equivalente en formato 35mm).

2. Aprende todo lo que puedas sobre cada edad de los niños

Cada edad tiene sus peculiaridades y mientras más las conozcas, mejor podrás plantear la sesión e interactuar con el niño. De sus primeros trabajos, Alba Soler recuerda todavía la cara que puso la mamá, cuando le pidió a un niño de dos años que saltara, ¡porque con esa edad no son capaces de hacerlo! Conocer las necesidades y capacidades de cada niño es fundamental para comenzar la sesión con buen pie.

Por ejemplo, con recién nacidos hay que conseguir que estén bien dormiditos para poder situarlos en la posición que deseemos y no se despierten. Para ello es fundamental realizar las fotografías durante los primeros quince días, mantenerlos con una temperatura de la habitación relativamente elevada y que la mamá les haya dado el pecho o el biberón inmediatamente antes de empezar la sesión.

Hay edades más fáciles y otras más complicadas, por lo que debes estar preparado y con recursos para lidiar con ellas. De los 18 meses a los 3 años es la edad favorita para muchos fotógrafos especializados en niños, posiblemente porque en las imágenes conservan todavía los rasgos tiernos de un niño pequeño, a la vez que empiezan a mostrar su personalidad e interactuar más fácilmente con los adultos, lo que redunda en unas sesiones de trabajo mucho más cómodas y naturales.

No obstante –comenta Pepa Valero– hay algunos meses terroríficos: sobre los 18 meses o dos años, cuando suelen entrar en la guardería y son muy desconfiados, tienen mucho miedo a casi cualquier cosa. No les sucede a todos pero suele ser bastante común. Además, la fotografía no se cuenta entre sus actividades favoritas y tienes que trabajártelo bastante, como digan que no es que no.

Es el período del «no». Si protestan porque hay que cambiarles de ropa o situarlos sobre otro fondo, simplemente se continúa o se les da algo para que se entretengan. Hay que seguir insistiendo, no claudicar y al rato se tranquilizan.

3. Cuenta historias o transmite emociones

Madres y padres suelen entrar al estudio fotográfico con una idea prefijada: el fotógrafo recogerá la felicidad de sus hijos. Sin embargo, esa obsesión por una imagen tipificada no facilita las mejores imágenes.

Por ello muchos fotógrafos especializados prefieren que los familiares no se encuentren directamente en el plató del estudio, al objeto de que el niño pueda sentirse más tranquilo y con menos presión de los adultos, lo que les facilita recoger otros estados de ánimo que pueden ser mucho más sugerentes.

Fíjate cómo la fotografía de Manuel González junto a estas líneas recoge la concentración de esta niña en su mundo interior. Previamente le indicó que abrazara su libro favorito y pensara en todos los personajes que había en él. La fotografía está tomada delante de un fondo blanco, sobre el que superpuso en postproducción digital la textura, la nube y las alas.

Por supuesto deja de obsesionarte con captar la sonrisa “patata”. A lo largo de este libro podrás ver que hay infinidad de ejemplos en los que los niños aparecen observando, jugando, pensando… con una actitud relajada y transmitiendo mucho más de su mundo interior que lo que hubiera conseguido con una sonrisa forzada. Relájate, no te obsesiones con que el niño ponga una cara determinada y notarás inmediatamente cómo el pequeño se relajará también.

4. Busca el escenario y complementos para tu historia

Elabora una lista de lugares cercanos a tu localidad que puedan convertirse en escenarios de historias para los niños. Pueden ser un pequeño camino en el bosque, un embarcadero a la orilla de un río o una construcción abandonada. Lo más importante es buscar un sitio tranquilo para que el niño no se distraiga demasiado y elegir una hora del día en que tenga una luz atractiva.

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Evalúa la coherencia del fondo con el tema, por ejemplo un escenario de ciudad, quizás una azotea con un horizonte de atractivos edificios, resultará más atractivo y coherente para un reportaje del pequeño con su disfraz de Batman o Superman, que si lo sitúas junto a un riachuelo del bosque.

O al revés, plantea un fuerte contraste entre la acción del niño y el escenario elegido, por ejemplo: una niña bailando ballet en un entorno industrial o delante de un contenedor.

Si el fondo es relativamente neutro, elige complementos que puedan darle un cierto carácter a su imagen. Observa cómo el paraguas en la fotografía de Pepa Valero le aporta el carácter invernal del día elegido y también una atmósfera de juego a las niñas.

Muchas veces la diferencia entre un retrato convencional y otro con magia está en los complementos usados, ya sean una pequeña mariposa de papel, una bufanda o un tocado especial.

5. No hagas fotos hasta que te hayas hecho amigo del niño

Los pequeños no entienden muchas cosas del mundo de los adultos: ¿para qué les llevan con un desconocido que se esconde detrás de un aparato negro y les marea la cabeza con fogonazos de luz?

La primera tarea del fotógrafo es conseguir que los pequeños no lleguen a esa percepción y lo acepten como amigo. Olvídate de tu cámara, siéntate con tu protagonista en el suelo con algún juguete o muñeco y plantéale un juego que consista en una tarea sencilla.

Puedes pedirle que mueva la cabeza del muñeco para contestar a las preguntas que le formules, o que haga andar o parar al muñeco cuando se lo indiques, o que pulse el botón del resorte para hacer salir a un muñeco de una caja.

Procura que los movimientos que le solicitas sean fáciles de entender y vincular a una palabra; no los asocies a una señal visual porque entonces el niño fijará demasiado la mirada en su mano. Por último intenta que la secuencia posible de movimientos facilite una pose adecuada del pequeño.

Motívale a reír; el niño reaccionará de manera muy diferente si ve que te ríes por los fallos de sincronización de sus movimientos, en vez de agobiarlo con una perorata cada vez que no se mueve justo cuando se lo indicas.

La risa, al igual que el juego, desencadena toda una serie de reacciones fisiológicas, cognitivas y emocionales que facilitan el aprendizaje, la sociabilidad, la liberación del estrés acumulado y permiten que el niño sea más abierto a nuevas personas y experiencias.

Planea, memoriza y practica algunos recursos para provocar la risa en un niño: desde muecas y sonidos de animales para los más pequeños, a chistes o parodias de personajes para los mayores.

Incluso algo tan simple como hacer que el niño piense que juegas al escondite detrás de la cámara puede convertirse en una fuente de carcajadas en el pequeño.

6. Usa iluminaciones amplias cuando son pequeños y estréchalas con los mayores

No resulta fácil mantener en un mismo lugar a los niños menores de 4 años, necesitan explorar y moverse continuamente. En estudio, y en localizaciones, sitúalos en zonas con una iluminación uniforme en toda ella.

Por ejemplo, en estudio puedes colocar una ventana o paraguas de gran tamaño en posición lateral al niño y con la parte inferior casi tocando el suelo, para lograr una atractiva luz suave y uniforme en una amplia zona, pero que también aporte un poco de sombras, al objeto de conseguir expresar los volúmenes y texturas.

En una casa busca ventanales grandes que lleguen hasta el suelo, por ejemplo los de acceso a terrazas, despeja la zona alrededor de muebles y deja que el niño juegue sobre el suelo o una mantita.

Sin embargo, los niños mayores de cinco años pueden seguir más fácilmente tus instrucciones, de modo que puedes aprovechar este factor para incluirlos en una sesión con una iluminación mucho más localizada, que aporte una atmósfera especial a la escena.

Para la fotografía bajo estas líneas, Pepa Valero usó un esquema de luz lateral colocando un flash montado con Beauty-Dish y rejilla a la derecha para concentrar la iluminación y limitando con paneles la salida de luz a la zona donde se encontraba la niña.

La luz lateral moldea de una manera atractiva el rostro de la niña y destaca aún más su mirada absorta en la bengala. Las sombras se rellenaron mediante un reflector dorado.

7. Explora combinaciones de color atractivas

Investigando para este libro me encontré con muchos profesionales que trabajan muy bien sus fotografías de niños en blanco y negro, sin embargo sus imágenes en color no siempre están a la misma altura.

Muchas veces ocurre porque no conocen algunas reglas fundamentales de la percepción de los colores y su aplicación para mejorar las combinaciones de color en una imagen.

Combinar con intención y gusto los colores, tanto en la toma como en la postproducción, es una de las herramientas más potentes que tienes a tu disposición para configurar un estilo propio en tu fotografía de niños

Por ejemplo, contrasta un color dominante con otros no saturados o grises, siguiendo el esquema favorito de Manuel González, que subraya: “Los colores estridentes los descarto desde el principio en el protocolo que envío a los padres; allí les indico que es preferible no traer ropa con cuadros, estampados, rayas, que pueden estar bonitos pero son muy de temporada, de moda solo por unos años… yo busco que las fotos sean atemporales, con colores lisos, poco saturados, pasteles, para jugar con esa armonía”.

O también puedes contrastar colores fríos y cálidos en la imagen, por ejemplo: fondos en tonos fríos, como verdes y azules, combinan muy bien con los tonos de piel y algún accesorio en gama de rojos o amarillos. La armonía por colores complementarios fríos cálidos es una de las más usadas en toda la historia del arte. Resulta muy efectiva por el contraste que ofrece entre figura y fondo.

Además del tono conviene prestar mucha atención a la saturación. Los colores saturados los asociamos a la primavera y verano, al ocio y la diversión, a colores brillantes y puros destacados por la fuerte luz solar de esos meses.

Por contraposición, los colores poco saturados suelen predominar en los periodos más fríos del año, donde dominan las nieblas y días menos luminosos. Los colores poco saturados inducen relajación en el espectador, transmiten paz y tranquilidad, por lo que son muy recomendables para fotografías de bebés.

8. En caso de dudas o problemas pasa a blanco y negro

Todavía siguen siendo muy efectivas y solicitadas las fotografías monocromáticas. Además, en algunas ocasiones la conversión a blanco y negro permite eliminar fácilmente algunos problemas derivados de las condiciones en la toma.

Por ejemplo, si ha realizado un retrato de un bebé en su casa con dos tipos de luces con equilibrio de color muy diferentes, lograr igualar o hacer atractiva la diferencia de tonalidades de luz puede ser una tarea complicada y laboriosa. Sin embargo si se convierte a blanco y negro ¡adiós al problema!

A veces las fotografías en blanco y negro pueden resultar un poco frías, la solución es fácil aplica un ligero virado, que transformará los tonos neutros de blanco y negro añadiéndoles un ligero matiz de color.

Con los programas de conversión RAW es muy fácil, sólo tienes que ir a los controles denominados Dividir Tonos. No hagas experimentos innecesarios con virados de colores extraños que resultan muy poco favorecedores.

Algunas combinaciones que funcionan bien para retrato en general son: colores marrones o violetas para las sombras y amarillos-acres para las altas luces; o azules para las sombras y cianes para las altas luces.

En todos los casos comprueba al elegir los colores del virado que el control de Saturación en la pestaña Dividir Tonos se encuentre siempre en valores por debajo de 25 para las altas luces y de 50 para las sombras, al objeto de evitar colores demasiado estridentes.

9. Edita tus archivos RAW con una idea del destino al que deseas llegar

No te lances a mover ajustes alocadamente o al contrario de forma totalmente automatizada mediante preajustes. Lo más importante antes de empezar a editar es previsualizar hacia donde deseas conducir tu imagen mediante el postprocesado digital o, al menos, escoger una fotografía o una pintura de referencia.

Antes de trastear con los ajustes de color y luminosidad en tu programa de edición, considera factores como la edad del niño o la historia que deseas representar.

Para los bebés de pocos meses busca una atmósfera luminosa con tonos pasteles, para ello levanta las sombras y luces, así como reduce el contraste y la saturación, añadiendo si es necesario un color rosado o melocotón con baja saturación mediante el pincel de ajuste local de Lightroom o tu conversor RAW y pintando sobre la piel del bebé.

En las fotografías de niños en exteriores, Alba Soler recomienda dedicar un cierto tiempo a ajustar los verdes, que no siempre salen de cámara con los colores más atractivos, y después incrementar localmente el desenfoque del fondo, para destacar más al niño. En las campañas de Navidad en estudio, Pepa Valero se decanta por afinar en la edición digital los rojos, porque no le gustan que tiren hacia el color coral, llevándolos hacia más granates.

A pesar de las indicaciones que hayas ofrecido a los padres sobre el vestuario, sucede frecuentemente que el niño venga a la sesión con alguna camiseta, pantalón o complemento de un color que no combina bien con la escena.

En ese caso puedes optar por disminuir la presencia de dicho color en Adobe Lightroom usando las herramientas del panel HSL, reduciendo la saturación o cambiando ligeramente su tono. Si requieres un cambio más radical, necesitarás de las herramientas más sofisticadas que permite Adobe Photoshop, como el Pincel de Sustitución de Color.

10. Lo fundamental: volver a ser niños

Algunas de las mejores fotografías de este libro parten de una idea que surgió al leer algún cuento para niños o simplemente de incentivar el juego del niño con un objeto y estar atento a lo que ocurra.

Para la mayoría de sus fotografías, Manuel González se basa en el siguiente esquema de producción. Primero estructura la composición básica del sujeto con los elementos de la escena, después añade algún objeto sobre el que le sea fácil dirigir la atención del niño en la toma, aquí por ejemplo una mariposa estaba pegada sobre la pared para atraer la atención del pequeño.

Y finalmente mejora la imagen obtenida en la postproducción digital, mediante aplicación de texturas sobre el fondo y superpuso las otras mariposas en varias capas, ajustando su posición para darle mayor dinamismo a la composición.

El propósito de una buena fotografía infantil debería ser transmitir la emoción de los niños, no sólo captar sus rasgos externos, sino ser capaz de lograr una imagen atemporal que siga conmoviendo a la familia durante los próximos años.

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