Atrocidades en orfanatos chinos: esqueletos de niños y olores nauseabundos | Noticias de El Salvador

Atrocidades en orfanatos chinos: esqueletos de niños y olores nauseabundos | Noticias de El Salvador

Una habitación decadente, oscura, en silencio e inundada de un olor insoportable ocultaba una imagen terrible. Entre esas cuatro paredes había una cama de madera y sobre ella algo que parecía ser un niño envuelto. Cuando Kate Blewett, periodista y documentalista, comenzó a desenvolver el paquete y desplegó la manta amarilla, el horror desbordó.

“Vio un puñado de huesos con ojos. Ojos llenos de costras, y muy abiertos, en una mirada de entrega, vacía de cualquier esperanza. Ojos que alumbraban la idea de que jamás, esa pequeña persona, había sido amada, acunada o consolada. Ojos que sabían muy bien que llorar no servía de nada. Cuando terminó de quitarle la ropa lo confirmó: era mujer, como casi todos los demás niños en los orfanatos chinos. Solo movía la cabeza de un lado a otro, sin emitir sonido alguno. Sus escuálidas piernas y sus protuberantes costillas denunciaban una desnutrición fatal. Se llamaba Mei Ming, que dicen que en chino significa sin nombre, y su edad incierta rondaba los dos años”, consigna una publicación de Infobae.

“Las habitaciones de la muerte”, es un espeluznante documental que se estrenó hace 26 años, producido por Lauderdale Productions y emitido por el británico Canal Cuatro. Este documental mostró las atrocidades que vivían los niños en los orfanatos de china.

Mei Ming es sólo uno de los muchos rostros que murieron en ese espacio negro, abandonados y sin ser alimentados o atendidos. Esta pequeña tenía días de estar ahí, sola y sólo esperando el beso de la muerte. Murió cuatro días después por inanición en ese mismo cuarto.

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La triste realidad fue dada a conocer por Kate Blewett, Brian Woods y Peter Hugh, quienes después de un año de escuchar rumores sobre las atrocidades que estaban ocurriendo en los orfanatos de China decidieron viajar y documentar el espanto.

Los investigadores simularon ser trabajadores de orfanatos norteamericanos, llegaron al país por separado. Cada uno llevaba piezas diferentes de cámaras, con grandes angulares y con las que filmaron el documental. Debían evitar ser descubiertos porque sabían que corrían el riesgo de ir presos, a las personas que colaboraron se les ocultó el rostro y sus nombres no fueron revelados. Tampoco identificaron los hospicios que visitaron, pero esto no les impidió registrar todo lo que observaron.

Atrocidades

Atrocidades en orfanatos chinos: esqueletos de niños y olores nauseabundos | Noticias de El Salvador

El 12 de junio de 1995 el filme de casi 38 minutos logró mostrar parte de la triste realidad de esos niños “descartados” en China. Las cámaras de los investigadores captaron a decenas de bebés atados: las muñecas a los apoyabrazos y los tobillos a las patas de las altas sillas de bambú. Así pasaban horas y horas.

El documental muestra una hilera de sillas con una fila de palanganas plásticas situadas justo a la altura del asiento, la función era recoger el pipi y los excrementos que caían del agujero que tenían en el centro.

Los bebés llevaban el pelo muy corto, estaban vestidos con ropa unisex y nadie los tocaba o hablaba. En el video se logra ver a un pequeño caminado por el lugar, se dirige a una bebé que está sentada y golpea, con fuerza, su cabeza contra la de ella. Así, una y otra vez, lo sorprendente es que ninguno de los dos llora ni dice nada.

Los niños morían en los orfanatos y nadie preguntaba por ellos, tampoco se daban cuenta hasta días después. Una empleada relató que un año antes de las grabaciones había muerto el 20 % de los bebés a causa del calor, el verano de ese año registró 37 grados.

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Otro de los hallazgos que reveló el documental fue que la mayoría de los internados eran niñas, la minoría eran niños y los encontrados tenían algún tipo de discapacidad.

“Kate quería saber el sexo de los internados. Siempre que podía los desvestía y constataba el género. No era una tarea fácil, hacía mucho frío y estaban cubiertos de pies a cabeza por mantas gruesas y, a su vez, envueltos en varias prendas de ropa. Todas las que pudo revisar resultaron mujeres. Los varones que encontró eran, en cambio, eran niños con discapacidades”.

“En los hospicios visitados, los bebés sucios y hambreados constituían mayoría absoluta. Estaban tirados en sus cunas con mamaderas que no las sostenía ni una madre, ni una cuidadora, ni ningún ser humano… En realidad, estaban apoyadas sobre alguna pila de algo. Si la tetina, de casualidad, se salía de la boca del bebé porque este se movía, nadie se iba a ocupar de volver a ponerla en su lugar. Niños gateaban o se arrastraban por los pasillos, sin higiene alguna. Tampoco se veían adultos supervisando. En una secuencia se observa a una mujer en cuclillas que baña a un bebé como si fuese un muñeco de trapo. Lo zarandea de lado a lado y, mientras ella está esa posición escurriendo una toalla, aprieta al niño desnudo entre su muslo y su codo para que no aterrice en el piso helado”, se detalla en la publicación de Infobae.

¿Cómo se llegó este nivel de maltrato?

Para entrar en contexto y entender un poco cuál fue el origen de los tremendos abusos y crímenes infantiles cometidos en los orfanatos es necesario remontar a años atrás y ver las políticas chinas que se establecieron para evitar la sobrepoblación y las hambrunas.

El hambre y caos en China llegó con el plan económico, social y político llamado el Gran Salto Adelante, entre los años 1958 y 1961.

El objetivo del plan era la colectivización, la destrucción de la propiedad privada y conseguir una transformación de la tradicional economía agraria para ir hacia una rápida industrialización. Pero la fórmula fracasó de manera estrepitosa: en ese período se calcula que murieron entre 15 y 55 millones de personas como consecuencia de la severa escasez de alimentos entre los campesinos chinos.

Fue la peor hambruna de la historia. Si bien hacia 1961 la población descendió como consecuencia de estas muertes, de 1963 a 1966 las autoridades retomaron algunas de las medidas para controlar el crecimiento poblacional. Fue, entonces, que empezaron a fomentar los llamados “casamientos tardíos” y consiguieron bajar la natalidad a la mitad.

En 1972 el partido comunista decidió que era prioridad nacional limitar los nacimientos, por ello empezó a distribuir masivamente anticonceptivos entre los habitantes, establecieron controles a la cantidad de hijos que podía tener cada familia: zonas urbanas dos, rurales tres y cuatro. Pero las medidas no funcionaron.

En 1979 se tomó la decisión crucial, Deng Xiaoping fue quien tomó la drástica y polémica medida: La política de un solo hijo. Nadie podría engendrar más de uno en todo el país, salvo las minorías étnicas. En este contexto, el Estado dice cuándo casarse y cuántos hijos tener.

A quienes desobedecían, les podía pasar de todo, desde una multa, cortes de energía de las viviendas, meter preso al padre para asegurarse de que la mujer embarazada abortara o la mujer fuera esterilizada; también a las mujeres se les quitaban los recién nacidos o se les colocaba una inyección letal. También alentaban la delación: los vecinos debían denunciar si sabían que alguien estaba quebrando la ley. El terror imperaba.

Las parejas que respetaban las normas recibían una “gloriosa” certificación especial; tenían beneficios como una licencia por maternidad más prolongada, una asignación prioritaria de vivienda y ayuda económica.

En 1980 los controles se relajaron y determinaron que en las zonas rurales si “por desgracia” el primer hijo era niña o un bebé con discapacidad se permitía tener el segundo. Previo trámite que certificara que todo esto era rigurosamente cierto.

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Desde entonces, los bebés con discapacidad o de género femenino fueron descartados. En las zonas rurales se veía como una desgracias tener una hija mujer o un niño con trastorno de salud porque se necesitaban manos fuertes para trabajar en el campo y el retiro dependía de ese único hijo de género masculino.

“Los bebés que llegaban al mundo sin cumplir los requisitos, si tenían “suerte” terminaban en un orfanato. El resto era descartado. Algunos eran ahogados en sus propias casas; otros eran arrojados a un cauce de agua, una cloaca, inodoros o a un basural. Por lo menos en los orfanatos había una ínfima posibilidad de supervivencia, aunque la mortalidad era altísima. Según reportes de Human Rights Watch, a fines de los 80 y principios de los 90, el 90% de los alojados en estos lugares murió. Por lo relatado, el infanticidio y el abandono, fueron dos de las consecuencias nefastas de la política de un solo hijo”, se lee en la publicación del medio argentino.

Este documental mostró sólo una parte de todas las consecuencias nefastas que tuvieron las políticas del régimen chino en esa época y que hasta la fecha de hoy, siguen pasando factura al gigante asiático.

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