La Nación / Se oscureció el cielo económico
Paraguay tiene una economía sojera que lo mueve todo, al punto que cualquier mala situación y perspectiva de una peor cosecha debilita a nuestra economía toda y puede incluso hacerla caer. Hasta mediados de noviembre del año pasado el panorama agrícola con la soja como eje pintaba de lo mejor.
Pero el golpe de una prolongada sequía y con temperaturas históricamente altas dañó los cultivos de la oleaginosa de una manera “brutal”. De las esperadas 10.500.000 toneladas a cosechar se empezó a hablar de una caída o pérdida de producción del 30%, tanto a nivel privado como público (el Ministro Bertoni en particular). Ese bajón con resultados muy negativos en el rendimiento se estima en lo que podríamos denominar el escenario “optimista”. Después el escenario económico se oscureció aún más con cálculos de peores cosechas finales en el 2022. Los “realistas” empezaron a hablar de una disminución del 40%. Y los “alarmistas”, en el buen sentido de la palabra, que no quiere decir “pesimistas”, bajaron aún más sus proyecciones de la cosecha de soja con reducciones del 50% al casi 60%.
En conclusión, de lo inicialmente esperado, sólo tendríamos al final unas 4.500.000 toneladas de soja, de muy discutible calidad, lo que implica castigos que merman aún más el ingreso de los productores y sus correspondientes pérdidas, con un valor global de la cosecha no lograda que estaría entre US$ 2.300 y más millones. Imposible que la mala cosecha actual no golpee a la economía como conjunto. En exportaciones, importaciones, ingreso de dólares, precio del dólar, recaudación de impuestos y la enorme economía privada y pública entrelazada directa e indirectamente al mundo sojero. Pero no solamente la soja sufre el castigo de la sequía y del calor impresionante. En realidad todo el Campo “arde” y distintas producciones están muy afectadas con perjuicios grandes para los campesinos.
El cambio de realidades muy bruscamente y de manera generalizada, llevó a corregir las estimaciones del crecimiento económico paraguayo. Recordemos que inicialmente el Banco Central del Paraguay (BCP) a mediados de diciembre pasado ubicó su proyección para el 2022 en un crecimiento del 3,7% en términos del Producto Interno Bruto (PIB), después del estimado avance del 5% el año pasado (-0,8% y -0,4% en años anteriores). Mientras que a nivel privado e internacional las proyecciones económicas tenían un piso del 3,5% y un techo del 4,1%.
Básicamente el promedio de las distintas proyecciones apuntaba al 4% de crecimiento en el 2022. Pero con una caída mínima del 30% en la cosecha de soja, con la pandemia del coronavirus y economías vecinas muy debilitadas – Argentina crecería 1,4% y Brasil caería -0,5% – el Banco Itaú (Sao Paulo, Brasil) achicó su pronóstico de un crecimiento económico en Paraguay del 3% (indicado ya en diciembre) a otro actual del 0,5%. Son dos realidades muy distintas. Que se sentirá en el bolsillo y en el estómago de la gente. Por otro lado analistas económicos nuestros muy experimentados en medir la temperatura económica en y del Campo, de la mano del mundo sojero, y que consideran la posibilidades de caídas peores a las del 30%, corrigieron también sus proyecciones de crecimiento económico en el rango del 0,7% al 0%.
Claramente el 2022 no será el año económico esperado y por el que nos preparábamos con una cuota significativa de optimismo. Lo prudente y responsable, ahora, ubicarnos de la mejor manera posible para aguantar los golpes económicos y prepararnos con las mejores herramientas para amortiguarlos. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.
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